sigue siendo un gran personaje sobre el que construir un videojuego. Hace poco os ofrecimos un repaso de los títulos que protagonizó en las últimas décadas (amén de otras apariciones de Sylvester Stallone en las consolas y los ordenadores), y ahora por fin ha llegado el momento de catar cómo le ha sentado el salto a PS3, Xbox 360 y PC en Rambo: The Video Game. En una decisión tan arriesgada como entrañable, Reef Entertainment y Teyon, han apostado por una mecánica tan apolillada como el propio Johnny: el shooter sobre railes. Más valor que el Alcoyano.
Si, amigos, el subgénero que vivió sus mayores tiempos de gloria a finales de los 80 y la primera mitad de los 90 (Operation Wolf, Time Crisis, Virtua Cop…) ha resucitado para recrear las tres primeras películas de Rambo. Suponemos que la cuarta ha quedado fuera por tema de derechos, lo cual es una pena, porque aquella secuencia con la ametralladora montada sobre el jeep habría dado muchísimo juego. Desde las montañas que rodean Hope, en el estado de Washington, pasando por Vietnam y acabando en Afganistán, la historia de las tres películas va desgranándose en los labios del militar que preside el funeral de Rambo, allá por 1988 (debe ser que la cuarta peli la debió protagonizar su fantasma, a lo Sexto Sentido).
En lo que seguramente es el funeral más largo de la historia militar de Estados Unidos, este buen hombre va cantando las gestas de John Rambo (sin obviar ni un sólo detalle, incluido lo de que se echó una novia en mitad de la jungla), lo que va dando pie a las sucesivas fases del juego, en las que se recrea con cierta manga ancha los momentos más icónicosde la trilogía (la pelea en la comisaría, la escabechina en helicóptero sobre el río vietnamita, la lucha junto a los talibanes…). Todo sea por el espectáculo.
Por ejemplo, nos ha hecho bastante gracia comprobar cómo los esfuerzos de Stallone en Acorralado por neutralizar a los policías de Hope sin llegar a matarlos, aquí han dado paso a la matanza indiscriminada de maderos y soldados de la Guardia Nacional. Si hubiera pasado lo mismo en la película, Sly habría acabado en la silla eléctrica en lugar de picar piedra, pero eh, aquí hemos venido a divertirnos y escupir plomo, no a ponernos pejilleros con la trama.
Por desgracia, lo que se dice diversión, en Rambo: The Video Game hay poca. La culpa de todo la tiene la pésima mecánica de disparo, que demuestra que Teyon ha aprendido poco de las recreativas a las que pretendía homenajear. Controlar la mirilla es un auténtico tormento. Es poco precisa y tiene el feo detalle de no centrarse cuando el juego nos cambia de una posición de disparo a otra. Y eso que el juego despliega buenas ideas. Por ejemplo, incorpora coberturas, a lo Time Crisis, imprescindibles para arrancar unos valiosos segundos que dedicaremos a recargar el arma. E incluso el sistema de recarga es bastante simpático, ya que nos recompensará con el doble de munición si pulsamos el botón en el momento preciso, o nos encasquillará el arma si lo hacemos a destiempo.
Si el control de la mirilla es terrible (un consejo, trastea en las opciones para bajar la sensibilidad por lo menos a 40, antes ponerte a jugar por primera vez), la curva de dificultad no le va a la zaga. Rambo: The Video Game despliega tres niveles (Soldado, Sargento, Boina Verde) y aunque nuestro primer impulso, como es lógico, fue arrancar el juego en dificultad media, al final un servidor tuvo que bajarla al mínimo, tras sudar sangre en el prólogo del juego (que recrea el paso de Rambo por Vietnam, en 1971). En nivel Soldado la cosa está más equilibrada, pero dado que ofrece vidas infinitas, y el Sargento sólo cinco vidas, al final uno tiene que afrontar la decisión de pasarlas realmente canutas desde el primer minuto o pasarse el juego de un tirón.
Bueno, eso al menos hasta llegar a la tercera película, en la que el ejército soviético nos pondrá las pilas en cuestión de segundos, incluso en el nivel de dificultad más bajo. Y es que además del típico Boris con AK-47, nos encontraremos con enemigos con recortadas y algunas ratas cobardes que, parapetados tras una roca o un jeep, se dedicarán a arrojarnos granadas. Acertar a estos últimos, con el pad de PS3 es una tarea titánica, ya que sólo se limitan a asomar la cabecita, y dada la pobre precisión de la mirilla, zumbarles a la primera es una proeza digna del Sargento York.
¿En esto consiste todo el juego, en ir disparando a los enemigos, como si fueran patos de feria, mientras el propio juego nos lleva de un punto a otro? Bueno, no exactamente. Rambo: The Video Game también despliega una buena cantidad de QTE en momentos puntuales, como los segmentos de sigilo. En ellos sólo tendrás que preocuparte de pulsar el botoncito de marras en el momento preciso. Y presenciar como Sly y su pelazo se dedican a apuñalar a los enemigos del Tio Sam.
Los Quick Time Events no son el único guiño a la modernidad que Teyon ha incorporado a la añeja mecánica sobre railes. El juego ofrece nada menos que 25 perks (que van desde aumentar un 50% la velocidad de la cámara al salir de una cobertura a la opción de recuperar un 25% más de vida al abatir a un enemigo en el modo Furia) y otros tipos de mejoras que iremos desbloqueando a nuestra elección, como mayor resistencia a las balas enemigas (tampoco demasiada, en realidad) o mejoras en las armas.
En cuanto a los gráficos del juego… son tan pochos que hasta uno llega a creerse que han sido diseñados así a propósito, en una suerte de perverso (y mal entendido) amor por el retro. Empezando por ese Rambo, que se parece más al Ultimo Guerrero sin maquillar que a Sylvester Stallone. Una vez más, nos tememos que esto se debe más a temas de derechos de imagen que a la torpeza de los grafistas de Teyon, aunque sí escucharemos las voces originales (en V.O.) de Sly y Richard Crenna (el Coronel Trautman), extraídas directamente de las películas originales.
Y a pesar de ello, la “caricatura” de Stallone es con mucho lo mejor del apartado visual de Rambo: The Video Game. Los escenarios parecen sacados de los tiempos de PlayStation 2 y en cuanto a los enemigos, no sólo tienen la física de un pelele al morir, sino que en Teyon ni siquiera se han molestado en diseñar rostros asiáticos para los vietnamitas. Salvo su líder (que sí se parece un poco al de la película), el resto comparten el mismo rostro, que recuerda más a un señor de Salamanca que a un seguidor de Ho Chi Minh.
Lo que por suerte ha resistido sin mácula ha sido la banda sonora de Jerry Goldsmith, que sería capaz de dotar de épica hasta a un juego de Carmen Sandiego. Por cierto, los usuarios de PS3 cuentan con la posibilidad de desempolvar sus PS Move, que alivia un poco la horrenda mecánica de apuntado, pero no tanto como nos habría gustado. En la versión de PC se puede tirar de ratón para ganar en precisión, pero en la de Xbox 360 sólo existe la posibilidad de trastear con la sensibilidad de la mirilla y rezar a la Virgen.
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