El lobo de Wall Street, 12 años de esclavitud, Gravity y La gran estafa americanacompiten este domingo, día 2, por alcanzar la gloria en la edición número 86 de lospremios Oscar. Una gala apretada y emocionante que nos ha animado a recordar qué películas se llevaron a casa un saco de estatuillas y cuales fracasaron estrepitosamente.
Casi un siglo de premios da lugar a multitud de charlas y discusiones sobre si los Oscar hicieron o no justicia a los nominados. Nosotros hemos seleccionado 25 títulos -12 películas que triunfaron y 13 que mordieron el polvo- para encender el debate y hacer un poco de historia. Solo son premios, pero pocos aficionados pueden permanecer al margen del magnetismo de tío Oscar.
Titanic
Once estatuillas y más de 2.100 millones de dólares de recaudación en todo el mundo consagraron Titanic como la película más importante de los años noventa. La cinta introdujo además un nuevo concepto comercial: el club de los dos mil millones, que el propio James Cameron se encargó de volver a reventar con Avatar (el film superó los 2.700 millones). El mítico transatlántico se llevó por delante a joyas como L.A. Confidential, Boogie Nights o incluso El indomable Will Hunting.
El retorno del Rey
Miles de amantes de la fantasía en todo el mundo saltaron de alegría cuando, en 2003, la Academia reconoció con 11 Oscar la titánica labor de Peter Jackson trasladando a la pantalla el universo literario de Tolkien. La lluvia de premios podría haber caído igualmente sobre las dos partes precedentes, pero Hollywood esperó al final de la trilogía para agradecer al director neozelandés los servicios prestados. Los damnificados fueron Master & Commander y Mystic River.
Ben-Hur
El clásico de William Wyler ostentaba el record de 11 estatuillas hasta que James Cameron atracó en la taquilla con su Titanic. La sensación de 1959 fue esta cinta bíblica, protagonizada por un inmenso Charlton Heston, que para muchos críticos supone el mejor peplum jamás filmado. Curiosamente la escena más recordada, la carrera de cuádrigas, fue rodada por Andrew Marton y Yakima Canutt. El éxito del film salvó a la Metro de la ruina y consagró a Heston como leyenda de Hollywood. Por el camino se quedó Con faldas y a lo loco.
West Side Story
Diez Oscars se llevaron a casa los responsables de esta magnífica adaptación de la pieza musical de Jerome Robbins y Leonard Bernstein, inspirada a su vez en el Romeo y Julieta de Shakespeare. El propio Robbins junto con Robert Wise (Star Trek) dirigieron un reparto de jóvenes talentos encabezado por Natalie Wood, Richard Beymer y George Chakiris. Las rivales de ese año causan vértigo: Desayuno con diamantes, El buscavidas y El juicio de Nuremberg.
El paciente inglés
El malogrado Anthony Minghella tocó la gloria con esta cuidada superproducción, basada en la novela homónima de Michael Ondaatje, que encogió los corazones en medio mundo y coleccionó diez Oscars. Ralph Fiennes y Kristin Scott Thomas viven un trágico romance en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, que recuerda en no pocos detalles a Memorias de África. Fargo y Shine se quedaron compuestas y casi sin premios, con siete nominaciones cada una.
El último emperador
Bernardo Bertolucci, grande entre los grandes, arrasó en 1987 con su ambicioso retrato de Pu Yi, el último emperador de China. Sin ser un éxito arrollador en taquilla, la película funcionó bastante bien en casi todos los mercados europeos y se llevó al bote nueve premios de la Academia. Los intocables, El imperio del sol y Hechizo de lunafueron sus grandes rivales en una edición en la que competían hasta Dirty Dancing y Atracción fatal.
Lo que el viento se llevó
"Francamente querida, no me importa" La sentencia final de Rhett Butler dando con la puerta en las narices a Escarlata O'Hara es uno de los finales más gozosos del cine de Hollywood y, además, el colofón perfecto a una monumental película que se llevó 8 premios de la Academia. Es cierto que le pierde su tufillo esclavista y su idílica visión del Sur, pero como narración funciona como un tiro a lo largo de sus cuatro horas de metraje. La diligencia, El mago de Oz y Caballero sin espada se quedaron con las migajas.
Amadeus
Muchos amantes de Mozart siguen sin perdonarle a Milos Forman su visión, entre bufonesca y sardónica, del gran compositor austriaco. Peor para ellos. Lejos de empequeñecer al autor de La flauta mágica, el director checo pinta un necesario retrato humano de una figura en exceso idealizada. Un payaso pomposo y miserable, solo quizá, que era también capaz de componer como los ángeles. Pasaje a la India y Los gritos del silencio fueron las perdedoras de la noche.
Gandhi
Más interesante tras las cámaras que delante de ellas, Richard Attenborough hizo justicia a la figura de Gandhi con este complejo y a ratos brillante biopic que amasó un botín de ocho Oscar. Ben Kingsley ERA Gandhi en una memorable composición que le valió el premio a mejor actor. Aquel año competían, entre otras, E.T. El extraterrestre, Tootsie y Victor Victoria. Blade Runner solo aspiraba a dos premios técnicos (dirección artística y efectos especiales)... ¡y no ganó ninguno!
Cabaret
Chicago quería parecerse a Cabaret, pero Rob Marshall no le llegaba a la altura del betún a Bob Fosse, autor de este delicioso musical en el que hay más atrevimiento e incorrección política que en muchas películas supuestamente indies de ahora. Lenny y Empieza el espectáculo redondean su breve pero imprescindible curriculum. En aquel lejano 1972 la cinta competía con nada menos que El padrino, que no obstante salvó la cara ganando los premios a mejor película, actor y guion adaptado.
La lista de Schindler
Spielberg penó lo suyo antes de lograr el reconocimiento de tío Oscar. Ni Tiburón, ni E.T., ni Encuentros en la tercera fase, ni Indiana Jones... El rey Midas se coronó como uno de los grandes de siempre con esta inmersión en las fauces del Holocausto, basada en la novela homónima de Thomas Keannelly y protagonizada por dos soberbios Liam Neeson y Ralph Fiennes. El piano y El fugitivo fueron los rivales de barro de una ceremonia en la que Spielberg hizo doblete técnico con Parque jurásico.
Bailando con lobos
Kevin Costner se destapó como un director tan vigoroso como solvente con este atípico western que hace justicia a los indios americanos, tratados habitualmente en el cine como una banda de desalmados, borrachos y violadores. Quizá un pelín larga, la narración se beneficia de la empatía del público con la típica historia de extranjero fascinado por otra cultura, hilo común de otras cintas como Avatar o El último samurái. Uno de los nuestros, Cyrano de Bergerac y El padrino III se fueron a casa con cara de circunstancias.
El color púrpura y El imperio del sol
A mediados de los ochenta, harto de ser considerado tan solo un director taquillero, Spielberg intentó demostrar al mundo que también podía abordar temas graves y profundos. El color púrpura (once nominaciones y cero Oscars) y El imperio del sol (seis nominaciones y cero Oscars) fueron dos piedras de toque que dieron con sus huesos en el suelo. La Academia le ignoró por completo y mordió el polvo frente a Memorias de África y El último emperador, respectivamente.
2001: Una odisea del espacio
Stanley Kubrick se fue al otro barrio sin ganar un solo Oscar. Hollywood le tenía tanta tirria como él a la gran industria, lo cual no es óbice para llevarse las manos a la cabeza y preguntarse en qué demonios estaban pensando los académicos cuando decidieron ignorar 2001. La cinta rascó premio solo en la categoría de mejores efectos visuales, agachando la cabeza frente a un título hoy olvidado como Oliver! Funny Girl, otra de las finalistas, también se fue calentita a casa.
La red social
David Fincher ha recogido el testigo de Spielberg como piñata favorita de la Academia. Sus películas reciben buenas críticas y son rentables en taquilla, pero después los Oscar le ignorar de modo sistemático. El director de El club de la lucha se quedó a cuadros cuando su Bemjamin Button fue masacrado por Slumdog Millionaire, y hace cuatro años se llevó un chasco tremendo cuando La red social dobló la rodilla frente a El discurso del rey. Una es hoy una película de culto y la otra la regalan hasta con las galletas.
Master & Commander: Al otro lado del mundo
Si hablamos de humillados y ofendidos es necesario acordarse de Peter Weir, el brillante realizador de La costa de los mosquitos, El show de Truman, Camino a la libertad o la enorme Master & Commander. Basada en la saga literaria de Patrick O'Brian, estamos ante una cinta redonda que recupera el sabor de la aventura clásica y, además, plantea interesantes preguntas acerca de la condición humana. Vale que 2003 fue el año de El retorno del Rey, pero diez nominaciones y solos dos Oscars menores son un castigo que no merece ni Uwe Boll.
Cadena perpetua
Otro que puede quejarse amargamente de su mala fortuna es Frank Darabont, aunque el tiempo haya convertido esta obra maestra absoluta en una cinta imprescindible. La tragedia tiene una explicación sencilla. Corría 1994 y entonces se pegaban Forrest Gump, Pulp Fiction, Apollo XIII, Ed Wood y Balas sobre Broadway. Todos (o la mayoría) tenemos en casa el dvd de Forrest Gump, pero ¿cuántas veces más hemos visto Cadena perpetua?
Pulp Fiction
Lo hemos adelantado hace un minuto. La edición de 1994 fue un auténtico sálvese quien puede en el que al final Hollywood decidió entregar la cuchara al producto más amable y lacrimógeno. El tercer damnificado de esta historia fue Tarantino, que al menos se llevó a casa el Oscar al mejor guion. La alergia de la Academia hacia el cine del de Tennesse se extiende a prácticamente a toda su filmografía. Kill Bill fue ignorada de modo vergonzoso, y de Malditos bastardos y Django desencadenado premiaron la labor de Christoph Waltz y, solo en la segunda, el guion de Quentin.
La delgada línea roja
A muchos críticos les gusta subrayar que la película definitiva sobre la II Guerra Mundial es La delgada línea roja, y no Salvar al soldado Ryan, a la que tachan de mero producto comercial. Suena a excusa barata por muchos motivos, entre otros que ese año de 1998 la película de Spielberg también hincó la rodilla frente a Shakespeare in Love. Es cierto que ganó Spielberg como director, pero el grueso de premios fueron a parar a manos de la producción de los hermanos Weinstein. Lo más sangrante, con todo, fue el Oscar a mejor actor para Roberto Benigni por La vida es bella.
Avatar
Estaba destinada a ser la nueva Titanic. Lo consiguió de largo en la taquilla y parecía que nada ni nadie le arrebatarían un lugar en la historia de los Oscars. Pero hete aquí que apareció su ex con En tierra hostil y le robó, quizá merecidamente, la cartera. Avatar llegó a la edición de 2009 con nueve candidaturas bajo el brazo y se llevó tres premios técnicos, dejando a Cameron con una cara de amargado que aún arrastra por mucho que disimule. De todos modos, la realmente vapuleada fue Malditos bastardos.
Apocalypse Now
Kramer contra Kramer, que bien podría pasar Antena 3 cualquier tarde de domingo a la hora de la siesta, fue la gran triunfadora en 1979, relegando la obra maestra de Coppola a los apartados técnicos de sonido y fotografía (grande Vittorio Storaro) de entre sus ocho nominaciones. Demasiada leña al fuego aún reciente de Vietnam el que arrojaba este fascinante e hipnótico viaje a los infiernos de la locura bélica. El tiempo ha puesto a cada uno en su lugar y hoy pocos recuerdan el melodrama lacrimógeno deRobert Benton.
Uno de los nuestros
Hasta el ajuste de cuentas de Infiltrados, Martin Scorsese era, con diferencia, el cineasta más humillado y tomado por idiota en la historia de los Oscar. Taxi Driver, Toro salvaje, Casino y Uno de los nuestros habrían sido claras ganadoras en un mundo no ya perfecto, sino simplemente cabal. Pues no. El bueno de Martin hincó la rodilla cada una de esas ocasiones en favor de cintas como Rocky, Gente corriente, Braveheart yBailando con lobos. ¿Malas películas? En absoluto. ¿Mejores? Jamás.
Psicosis
El maestro del suspense se fue a la tumba con un miserable Oscar honorífico con el que la Academia trató de paliar el injustificado desprecio a su cine. Es probable que al gordo le diera igual. Pero no es de recibo, por ejemplo, que personajes como Ron Howardtengan una estatuilla en su casa y al director de Rebeca le despacharan con un premio de palo. Agravios suma muchos, demasiados, pero acaso el más infame sea Psicosis, nominada a cuatro galardones y enterrada en favor de El apartamento y Espartaco.
Tarde de perros
Otro genio al que dieron una palmadita en la espalda fue el señor Sidney Lumet, azote y conciencia crítica de la sociedad norteamericana durante su extensa y casi siempre modélica carrera. El director de joyas como Sérpico, Network, Antes que el diablo sepa que has muerto, La colina o Doce hombres sin piedad estuvo en la final cinco veces, pero jamás se llevó ni una rosca. En 1975 se fue por donde había venido por culpa de Alguien voló sobre el nido del cuco, notable film que también se comió aTiburón y Barry Lindon.
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